Dionicio Álvarez Liota, el heraldo de
la novedad
Salvador Rodríguez (*)
Nació con el sol
de los venados, momento en que estos salen a comer el caruto oloroso, fruto
semejante al níspero que los embelesa. Eran las cinco de la tarde, cuando Juana
Tovar, comadrona de Roncador, trajo a la vida a Dionicio, el 11 de abril de 1930,
en el caserío La Peña, ubicado al norte de San Casimiro, entre Carutico y
Roncador, y enfrente del caserío Guarataro y de por medio la quebrada de
Guambra. Cuarenta años antes del nacimiento de Álvarez, en 1890 para ser
exacto, el caserío La Peña, tenía 8 casas y 54 habitantes, que andando el
tiempo el desapego los condujo hacia otros lugares, entre estos San Casimiro.
Sus padres fueron
Vicente Álvarez y Marcela Liota, quienes el 12 de junio del mismo año, mandaron
a José Hernández a presentarlo ante la Primera Autoridad Civil del Distrito San
Casimiro, Coronel Víctor Colmenares, gomecista venido de los andes y tío de
Luis Colmenares, botiquinero en El Placer del Bachaco, donde está el banco de
Venezuela. El Reverendo Padre Modesto Arnaus, Misionero Hijo del Corazón de
María, lo bautizó el mismo día en que fue presentado y sus padrinos fueron José
Hernández y Eustaquia Hernández.
Quizás Álvarez
vivió, hasta cumplir la mayoría de edad, en una de esas casas de bahareque que
estaban cerca de la hacienda La Peña, propiedad de los Echezuría a quienes los
esposos Álvarez Liota le recolectaban el café. Esas casas se les llamaba Pueblo
Nuevo, que desapareció por la baja de los precios del café a que fueron
sometidos los comerciantes de San Casimiro por las casas comerciales de
Caracas. En 1949, los padres de Álvarez, se mudaron para Las Dos Quebradas,
donde alquilaron un cuarto a Chucho Gómez, ubicado al fondo de la casa
principal, contigua a la casa de Nicolás Carpio. También es el año en que se
inicia como Ordenanza en la antigua Jefatura y que en el gobierno de Carlos
Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez, despacharon no como Jefes Civiles, ni
como Gobernadores de Distrito sino como Alcaldes. En ese período, los Alcaldes
fueron René Espinoza, Aquilino Guerra, Jesús Ortega, Luis Barreto Linares, José
Rosario Domínguez, Enrique Ramos, Efraín León Paiva y otros, hasta que finalizó
la dictadura de Pérez Jiménez. De Las Dos Quebradas se mudaron a los Pocitos a
una casa que le proporcionó el Alcalde Enrique Ramos y vivió con su madre,
porque ya su padre había fallecido. Luego se mudaron a la calle Ricaurte donde
al tiempo muere la autora de sus días.
Mientras estuvo
trabajando en la Jefatura, quizá los malos tratos a los presos lo llevaron a
convertirse en El Heraldo de la Novedad. Por medio de él, muchas familias se
enteraban en la mañana de quien había amanecido preso en los calabozos de la
jefatura, y que Álvarez contaba: “Anoche le cayeron a peinillazo a fulanito”. O
esta otra: “La digepol agarró a Leo Zamora y se lo llevan para Maracay”. O
esta: “La digepol anda buscando a José Manuel Kirikiri”. O esta novedad:
“Anoche vino el SIFA preguntando por Gustavo Piñate”. Siempre, Álvarez traía la
novedad, buena o mala. El 1° de enero de 1958, veintitrés hombres que vivían en
San Casimiro, intentaron tomar La Jefatura. El dos en la mañana, Álvarez, el
heraldo de la novedad, se apareció en la casa de los Requena para decirles:
“hirieron al mudo Varela y a Patuco”. Y continuaba: “Andan buscando a Cile
García”. Al día siguiente volvió a la casa de los Requena y les dijo: “Capturaron
a Cile García en Múcura, pero cuando llegaron al Tintal se les escapó”. O esta
otra novedad: “A los presos del 1° se los van a llevar para Los Teques”.
Durante el gobierno
de Pérez Jiménez, hubo un secretario que mandaba a Álvarez a la casa de la
familia Marrero para que estos le comunicaran a Manuel Marrero, el día en que
vendría la seguridad nacional y gracias al heraldo de la novedad nunca pudieron
agarrar a Manuel. Un día falló el heraldo, también los toreros tienen su tarde
mala. En los años sesenta, Jesús María Lareca, cantaba en La Orquesta del
Cuartel Zaraza y pertenecía al PCV. Un día se apareció una comisión y se lo
llevaron. Álvarez los vio y les dijo a varias familias: “A Lareca se lo llevó
preso el ejército para San Juan”. Lo habían venido a buscar para que cantara un
baile en las fiestas patronales de Villa de Cura.
El personaje de esta
historia, murió el 18 de abril de 2014 y fue sepultado en el cementerio “Las
Palmas” de San Casimiro, el 19, día en que se celebraba los doscientos años
cuatro años del inicio de la independencia de Venezuela. Ese día, llegó al
empíreo y para no perder la costumbre, les llevó a todos, la última novedad:
“El Alcalde Carlos Granadillo remodeló la antigua Jefatura”.
(*) Cronista del municipio San Casimiro
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