Don Antonio Torrealba, el Góngora
sancasimireño
Salvador Rodríguez (*)
En
las cuatro primeras décadas del siglo XX, San Casimiro era una población de
elevada cultura. Se fundan periódicos, se forman círculos literarios y se
realizan actos culturales con actuaciones teatrales. Es nuestro biografiado, el
mayor baluarte en el desarrollo de esas actividades. Sirva esta semblanza para
restituir ante los ojos y la memoria de sus coterráneos a este portento
sancasimireño.
Nació
en el San Casimiro rural, en un día y en un mes indeterminados del año 1879.
También pudo haber nacido en Güiripa, ya que sus padres, Pablo Torrealba y
Juana Santiaga Ochoa, tuvieron casa de habitación, al lado de donde está la
casa de la cultura de esa histórica población musical de Aragua.
Estudió
en El Colegio del bachiller Gondelles, ubicado donde está la escuela estadal
Santa Ana, fundado en 1883 e inaugurado, el 24 de julio, en los actos
programados para celebrar el Centenario del Libertador. Allí se daba clases de
francés, griego, latín y otras asignaturas de formación humanística y donde
estudiaron, ya hombres, los que llevarían las riendas en los primeros cuarenta
años de vida distrital de la población. Se podrían mencionar, entre estos, los
nombres de Miguel Zamora Bolívar, autor de la letra de Fúlgida Luna; Dr. José
María Zamora, médico y presidente del concejo; Juan Ramón Guerra, abogado que
donó los terrenos del barrio Pueblo Nuevo al distrito y Ramón Emilio Guerra,
Coronel, concejal y Presidente de Correos de Venezuela en el gobierno de Juan
Vicente Gómez.
El
protagonista de esta historia, se casó dos veces y las dos veces enviudó. De
su primer matrimonio con La bella
Mercedes Fonseca, procreó a Carlos y a José Antonio Torrealba Fonseca. En su
segunda unión, lo hizo con María Zamora y nació Miguel Eduardo Torrealba
Zamora, poeta y secretario en la gobernación de Aragua, en el mandato del Dr.
Aníbal Paradisi.
Lucas
Guillermo Castillo Lara, historiador de pueblos olvidados, de don Antonio
aseveró: “Tuvo una pasión desbordada por la oratoria y las palabras
altisonantes. El corredor de El Placer del Bachaco, fue sitio de tertulia. En
la época de don Antonio, las reuniones eran de carácter literario, se leía, se
recitaba, hacían versos, se comentaban las últimas producciones y en ocasiones
se convertía en la mesa de redacción de La Voz de Aragua, el periódico del
pueblo. Era el obligado orador de orden en cualquier celebración y sus frases,
a veces de corte gongorino, vertidas en la charla común, servían de chistes
para el humorismo sancasimireño”.
Su
labor como hombre público lo llevó a ocupar, La Vicepresidencia del Concejo
Municipal del distrito San Casimiro y perteneció a las comisiones permanentes
de esa corporación: en la de Redacción junto al concejal, Presbítero Lucas
Guillermo Castillo Hernández; en la de Abasto Público junto al Coronel Ramón
Emilio Guerra y en la de Peticiones e Informes con el concejal Pedro Manuel
Álvarez. Fue Juez suplente y Jurado en el vecindario de Monte Oscuro junto a
Francisco Fonseca y Jesús María Carballo.
Don
Antonio fue un reconocido autodidacta y un apasionado orador. De lo primero, se
podría invocar su participación con su escritura en el periódico Lira y en La
Voz de Aragua. También escribió un libro titulado La Rusia por Dentro, cuyos
originales se perdieron. En cuanto a lo segundo, se destacó en los días previos
a La Bendición de La Iglesia actual, cuando vino el Obispo de Calabozo,
Monseñor Felipe Neri Sendrea y en las presentaciones teatrales que se hicieron
en El Refugio del Corazón de Jesús, primer hospital sancasimireño, que estuvo
ubicado donde está El Ambulatorio de San Casimiro.
De
su paso por la empresa privada, podríamos referir lo siguiente: fue dueño de
varias haciendas de café , localizadas en San Rafael, Monte Oscuro y Santa
Bárbara; tuvo dos bodegas, una en El Paraparo que atendía don Luis Alvis y otra,
donde está La Prefectura, cuyo dependiente era Eleazar Casado.
En
la calle Miraflores, en su casa frente a la plaza Bolívar y que sirvió de
escuela, para que impartiera clases Luis Roberto Casado, murió don Antonio
Torrealba, a las cinco y treinta de la tarde del día 11 de diciembre de 1946.
Certificó su muerte el Dr. José
Manuel Ibarra. El día 12, se presentó
don Augusto Nieves para exponer el fallecimiento. Después de elaborar el acta
de defunción el secretario Domingo Valero Padrón, la firmó Gregorio Rafael
Sarco Lira, Gobernador del distrito San Casimiro.
Muchos
son los que lo recuerdan, pero más a sus anécdotas. Hay una muy buena de
antología y que cita uno de sus nietos. Fue el día en que le preguntaron: ¿Don
Antonio, quiere un vaso de jugo de naranja o leche? De inmediato don Antonio le
respondió: “Quiero un vaso de líquido perlino de la consorte del toro”. Así era
don Antonio.
Valgan
estas líneas para rendir tributo, a la memoria del ilustre don Antonio, quien hizo florecer
la cultura de su tiempo.
(*) Cronista oficial de San Casimiro,
estado Aragua
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