José Requena, la gloria de los colores
Salvador Rodríguez
(*)
Cuando
José de La Caridad Requena Calles, nació el 1° de noviembre de 1913, en San
Casimiro de Güiripa, capital del municipio San Casimiro en el estado Aragua;
diecisiete días antes, exactamente el 14 de octubre de 1913, el Concejo
Municipal de San Casimiro, en sesión extraordinaria y solemne celebraba la
fecha conmemorativa en que la municipalidad de Caracas, concedió a Simón
Bolívar el grado de Capitán de los Ejércitos de Venezuela y el honroso título
de Libertador. Esta sesión se llevaba a cabo en la casa de la municipalidad,
situada donde está hoy la prefectura (en la calle Miranda), aproximadamente a
noventa metros de la casa de su abuelo don Rodulfo Requena, actualmente
propiedad de María Esther Manzo. Desde esa mansión, el abuelo y el padre de
José, miraban pasar muchas víctimas de la epidemia de fiebre amarilla , que
azotó a San Casimiro en 1913, hacia el cementerio “Benjamín Hernández” ( en La
Trampita ), entierros que acompañaban poca gente, entre estos, el Párroco y el
herrero Lázaro Alonso.
Los
padres de José de la Caridad fueron Alberto Requena y Mercedes Calles de
Requena, descendiente la madre de la familia Cayez (sic), a quienes Boves le
embargó una hacienda de caña de azúcar en el caserío El Loro, jurisdicción de
San Casimiro, el 12 de enero de 1815, por ser la parentela del pintor,
simpatizantes de la independencia. Fue bautizado por el Párroco Lucas Guillermo
Castillo Hernández, que fue luego Obispo y más tarde Arzobispo de Caracas. Es
seguro que el parto de doña Mercedes, lo atendiera el Dr. Manuel Mele (italiano)
que vivía enfrente de la casa de su abuelo, donde está hoy la alcaldía de San
Casimiro.
Este
1° de noviembre de 2013, una centuria se cumple del nacimiento del pintor José
Requena. Una vez le preguntaron a Dante Alighiere que era la poesía y
respondió: “La gloria de la lengua”. Se podría decir de José Requena, la gloria
de los colores, para definir la pintura de este prodigio, que se le fue a San
Casimiro muy pequeño y regresó a su pueblo natal el 22 de agosto de 2008,quizás
recogiendo sus pasos, para luego morir en la ciudad madre de los colores, el 18
de noviembre, ochenta y siete días después de estar en el origen de su sangre;
podrán imaginar los sentimientos del pintor cuando miró al cerro Camburito y
repasar los juegos de niños en El Negrito, caserío situado un poco más al este
de la Altura, testigo mudo de las aventuras de José. Ese 22, estuvo en San
Sebastián de los Reyes para cumplir una promesa a La Virgen de La Caridad, que
por un milagro, su madre le colocó el nombre “de La Caridad”. También visitó
Valencia, ciudad donde ganó en 1947, el premio del ateneo de Valencia en su V
salón.
El
fallecido novelista, dramaturgo y periodista José Antonio Rial, autor de
“Reverón” (1954) destaca una de las cualidades más notables del pintor
sancasimireño: “En este pintor hay un profundo y respetuoso sentido de lo que
son las artes plásticas. Incluso le importa lo que a otros, grandes, no les ha
preocupado, como es la perdurabilidad de la obra. Evitar que esta pierda por
deleznable. José Requena, como un artesano medieval o renacentista, sabe de
colores y los muele y los prepara él mismo. Incluso ha inventado algunos.
Prepara el azul turquesa y un magenta que los violetas más matizados no admiten
comparación con él y asimismo violetas claros, un amarillo indio, muy difícil,
que era de origen animal y un verde veronés al que le han suprimido las grandes
fallas de ennegrecerse en cuanto se mezclaba”.
Que
buenos comentarios para el estudiante de los maestros Marcos Castillo, Rafael
Monasterio y Antonio Edmundo Monsanto. De aquellos tiempos de la Escuela de
Artes Plásticas de Caracas, el Maestro Gabriel Bracho habla en los siguientes
términos: José Requena, Rengifo, Poleo, Castro, Barrios, Rovaina y yo mismo,
conformamos por los años de 1936, ya desaparecido Juan Vicente Gómez, un grupo
quizás mayor de jóvenes estudiantes de la recién creada Escuela de Artes Plásticas de Caracas (...) fue
entonces cuando conocí a José Requena como destacado dibujante y colorista,
quien junto a otros de su talla sabía “para el modelo” después de largas horas
de esfuerzos y fracasos. También fue para mí un notable acontecimiento ver al
“Turco Requena” fabricar sus telas y bastidores; moler sus propios colores y
hasta pelearse por algún verde que otro destacado pintor decía tener mejores
propiedades para presentar la luz del trópico”.
(*)Cronista oficial de San Casimiro
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