domingo, 15 de febrero de 2015

Miguel Valero: pluma prodigio del testamento de Judas



Miguel Valero: pluma prodigio del testamento de Judas


   Salvador Rodríguez (*)


Miguel Antonio Valero Requena nació en San Casimiro, el 25 de julio de 1909. Sus padres fueron Antonio Valero Carrera y Francisca Requena. Sus abuelos paternos: Alfredo Valero Lara y Clorinda Carrera Castillo Veitía de Valero. Sus abuelos maternos: Rodulfo Antonio Requena y Eloísa Antonia de Requena. Miguel Antonio es descendiente del prócer de la independencia venezolana, el puertorriqueño Antonio Vicente Miguel Valero de Bernabé Pacheco quien casó con Trinidad Lara Martínez en San Sebastián de Los Reyes. Miguel Antonio Valero Requena, no tuvo casi escuela, pero lo que supo, lo aprendió de Luis Roberto y Eleazar Casado, y de su padre Antonio Valero Carrera que impartió escuela particular en la casa que fue tienda, en la calle Bolívar, de Antonio Gutiérrez, conocido como Antonio Quintana.
Miguel Antonio Valero fue uno de los más brillantes versificadores del testamento de Judas Iscariote, a lo largo de la historia de San Casimiro. La vena de la escritura, quizá le venga del prócer puertorriqueño, quien fue corresponsal en San Sebastián del periódico El Venezolano.
Miguel Antonio Valero tuvo dos hermanos, que fueron  Ruperto y Alfredo. Con su esposa Carmen Suárez, procrearon cuatro hijos: Miguel Armando, Providencia, Eva Teresa (La negra, esposa de Colorao) y Sixta Margarita. Al separarse de su esposa, procrea con Antonia Piñango otros cuatro hijos: Elba, Miguel, Héctor y Elena.
Miguel Antonio fue un prodigio para componer versos del testamento  del que vendió a Cristo. Al consultar con amigos de Miguel, la  cosecha que recogimos de versos, es un monumento a la tradición que debe conservarse, para que los sancasimireños de este tiempo, puedan perpetuar la memoria de ese hombre honrado y eterno amigo de sus amigos, y brillante por el ingenio que poseía. Miguel fue, lo que se conoce, un tipo ocurrente. También fue un experto haciendo inventarios en comercios de la comarca y en pueblos vecinos. Igual desempeñó con  pericia el oficio de alpargatero.
Recorramos en la pluma de Miguel Antonio Valero, algunos versos que dejó, en infinidades de testamentos, para la perennidad de sus coterráneos. El difunto  Manuel Brandt era concejal del partido FND (La campana de Arturo Uslar Pietri) y se cambió para Acción Democrática. Este hecho trajo el disgusto del dueño de la farmacia Aragua, don Adolfo Castro, quien le reclamó por ser dirigente. Miguel  al enterarse, le compuso para el día de la quema de Judas, los siguientes versos: “Manuel Brandt con ese voto/ bailó la maricutana / y Adolfo Castro me dijo/ me quedo con la campana”.
Don Rafael Vargas, dueño de la casa comercial “La Perseverancia”, supuestamente no le gustaba dar  la ñapa, y Miguel al saber esto, quizás pensando en hacer volver a Vargas, al redil de la tradición de la ñapa, nostálgicamente lo endulzó con el verso que sigue: “El tiempo ya me venció/ mí barba se puso larga/ esperando las ñapitas/ de mi primo Rafael Vargas”.
Al comerciante Juan del Carmen Requena, se le comenzó a caer el cabello y al informarse Miguel de lo que le ocurría a su amigo, le prescribió estas  maravillas de versos: “Tras antenoche fui/ a hablar con la Magdalena /para que me preste la peluca / para Juan del Carmen Requena”.
No todo era de color de rosa para Miguel. Hubo un año en que Miguel, se disgustó con Andrés Avelino, su amigo de aventuras por los caminos de los testamentos. Fue la vez en que Andrés Avelino lo ponchó con un strike al leer el verso que sigue: “Especulando en mí nombre/ se la pasa Miguel Valero/viviendo sin trabajar /rascándose el año entero”.
Casi un año, anduvieron que no se hablaban, pero tuvieron que hacerlo porque La Semana Santa se veía en el horizonte. Ese año, Miguel Antonio consiguió un empleo con el Coronel  Luis Felipe García; estuvo atendiendo la bodega de su hacienda en La Trinidad, un poco más arriba de Güiripa. Nunca perdió el contacto del todo y cuando se contentó con su equipo, brilló como nunca. A su regreso le compuso a don Marcos Gutiérrez, última persona que tocó el armonio en los 139 años que lleva construida la iglesia de San Casimiro, una especie de oda para dar a conocer el instrumento devocional de este hombre que parecía un santo. He aquí los versos: “Judas le dice al pueblo/ que pasa noches de insomnio / por la música que produce / don Marcos con el armonio”.
  Miguel Antonio y sus colaboradores, entre los que se encontraban: Andrés Avelino Martínez, Juan “Tatarí” Hernández, Gerardo Coita (bachaco), Reyes Maluenga (quien hizo el  muñeco por más de veinte años) y Juan Vicente Requena. En el camión Ford, año 1956, color verde y propiedad de Luis Requena, quien vive en Caracas, paseaban a Judas por las calles del pueblo. Otras veces lo paseaban en el camión volteo, color gris, año 1958, propiedad del bachaco Gerardo Coita. Andrés Avelino y Luis Requena, que cuenta parte de estas historias, eran los que leían los testamentos que muchos recuerdan, versos buenos y sin ofensas.
Miguel Antonio Valero Requena, el sancasimireño más talentoso para escribir la herencia de Judas Iscariote, falleció el 20 de septiembre de 1987, al mes y medio de haber cumplido sus 78 años de edad.
                                  

(*) Cronista oficial de San Casimiro, estado Aragua

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