Miguel Valero: pluma prodigio del testamento de Judas
Salvador
Rodríguez (*)
Miguel
Antonio Valero Requena nació en San Casimiro, el 25 de julio de 1909. Sus
padres fueron Antonio Valero Carrera y Francisca Requena. Sus abuelos paternos:
Alfredo Valero Lara y Clorinda Carrera Castillo Veitía de Valero. Sus abuelos
maternos: Rodulfo Antonio Requena y Eloísa Antonia de Requena. Miguel Antonio
es descendiente del prócer de la independencia venezolana, el puertorriqueño
Antonio Vicente Miguel Valero de Bernabé Pacheco quien casó con Trinidad Lara
Martínez en San Sebastián de Los Reyes. Miguel Antonio Valero Requena, no tuvo
casi escuela, pero lo que supo, lo aprendió de Luis Roberto y Eleazar Casado, y
de su padre Antonio Valero Carrera que impartió escuela particular en la casa
que fue tienda, en la calle Bolívar, de Antonio Gutiérrez, conocido como
Antonio Quintana.
Miguel
Antonio Valero fue uno de los más brillantes versificadores del testamento de
Judas Iscariote, a lo largo de la historia de San Casimiro. La vena de la
escritura, quizá le venga del prócer puertorriqueño, quien fue corresponsal en
San Sebastián del periódico El Venezolano.
Miguel
Antonio Valero tuvo dos hermanos, que fueron
Ruperto y Alfredo. Con su esposa Carmen Suárez, procrearon cuatro hijos:
Miguel Armando, Providencia, Eva Teresa (La negra, esposa de Colorao) y Sixta
Margarita. Al separarse de su esposa, procrea con Antonia Piñango otros cuatro
hijos: Elba, Miguel, Héctor y Elena.
Miguel
Antonio fue un prodigio para componer versos del testamento del que vendió a Cristo. Al consultar con
amigos de Miguel, la cosecha que
recogimos de versos, es un monumento a la tradición que debe conservarse, para
que los sancasimireños de este tiempo, puedan perpetuar la memoria de ese
hombre honrado y eterno amigo de sus amigos, y brillante por el ingenio que
poseía. Miguel fue, lo que se conoce, un tipo ocurrente. También fue un experto
haciendo inventarios en comercios de la comarca y en pueblos vecinos. Igual
desempeñó con pericia el oficio de
alpargatero.
Recorramos
en la pluma de Miguel Antonio Valero, algunos versos que dejó, en infinidades
de testamentos, para la perennidad de sus coterráneos. El difunto Manuel Brandt era concejal del partido FND
(La campana de Arturo Uslar Pietri) y se cambió para Acción Democrática. Este
hecho trajo el disgusto del dueño de la farmacia Aragua, don Adolfo Castro, quien
le reclamó por ser dirigente. Miguel al
enterarse, le compuso para el día de la quema de Judas, los siguientes versos:
“Manuel Brandt con ese voto/ bailó la maricutana / y Adolfo Castro me dijo/ me
quedo con la campana”.
Don
Rafael Vargas, dueño de la casa comercial “La Perseverancia”, supuestamente no
le gustaba dar la ñapa, y Miguel al
saber esto, quizás pensando en hacer volver a Vargas, al redil de la tradición
de la ñapa, nostálgicamente lo endulzó con el verso que sigue: “El tiempo ya me
venció/ mí barba se puso larga/ esperando las ñapitas/ de mi primo Rafael
Vargas”.
Al
comerciante Juan del Carmen Requena, se le comenzó a caer el cabello y al
informarse Miguel de lo que le ocurría a su amigo, le prescribió estas maravillas de versos: “Tras antenoche fui/ a
hablar con la Magdalena /para que me preste la peluca / para Juan del Carmen
Requena”.
No
todo era de color de rosa para Miguel. Hubo un año en que Miguel, se disgustó
con Andrés Avelino, su amigo de aventuras por los caminos de los testamentos. Fue
la vez en que Andrés Avelino lo ponchó con un strike al leer el verso que
sigue: “Especulando en mí nombre/ se la pasa Miguel Valero/viviendo sin
trabajar /rascándose el año entero”.
Casi
un año, anduvieron que no se hablaban, pero tuvieron que hacerlo porque La
Semana Santa se veía en el horizonte. Ese año, Miguel Antonio consiguió un
empleo con el Coronel Luis Felipe
García; estuvo atendiendo la bodega de su hacienda en La Trinidad, un poco más
arriba de Güiripa. Nunca perdió el contacto del todo y cuando se contentó con
su equipo, brilló como nunca. A su regreso le compuso a don Marcos Gutiérrez,
última persona que tocó el armonio en los 139 años que lleva construida la
iglesia de San Casimiro, una especie de oda para dar a conocer el instrumento
devocional de este hombre que parecía un santo. He aquí los versos: “Judas le
dice al pueblo/ que pasa noches de insomnio / por la música que produce / don
Marcos con el armonio”.
Miguel Antonio y sus colaboradores, entre los
que se encontraban: Andrés Avelino Martínez, Juan “Tatarí” Hernández, Gerardo
Coita (bachaco), Reyes Maluenga (quien hizo el
muñeco por más de veinte años) y Juan Vicente Requena. En el camión
Ford, año 1956, color verde y propiedad de Luis Requena, quien vive en Caracas,
paseaban a Judas por las calles del pueblo. Otras veces lo paseaban en el
camión volteo, color gris, año 1958, propiedad del bachaco Gerardo Coita.
Andrés Avelino y Luis Requena, que cuenta parte de estas historias, eran los
que leían los testamentos que muchos recuerdan, versos buenos y sin ofensas.
Miguel
Antonio Valero Requena, el sancasimireño más talentoso para escribir la herencia
de Judas Iscariote, falleció el 20 de septiembre de 1987, al mes y medio de
haber cumplido sus 78 años de edad.
(*) Cronista oficial de San Casimiro, estado Aragua
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