domingo, 15 de febrero de 2015

Semblanza de tres heroínas



Semblanza de tres heroínas

Salvador Rodríguez (*)


El diccionario Larousse, define la palabra heroína, en su primera acepción lo siguiente: “Mujer de gran valor, dotada de sentimientos nobles y elevados”. Esta definición es acertada para valorar la vida de tres mujeres, cada una en su oficio, pero con una sola finalidad: servirle a la comunidad.
Estas tres mujeres son: Carmen Rengifo de Fuentes, Rosa Loreto de Reverón y Otilia Machuca de Macero, y que a continuación damos a conocer la vida de cada una de ellas:
Carmen Antonia Rengifo de Fuentes; nació en San Casimiro, el 2 de noviembre de 1905 y murió el 16 de julio de 1979. Hacedora y ventera, por más de 60 años, de calsadilla, golfeado, guargüero, pan dulce, suspiro, bizcochuelo y torta maría luisa. Aprendió el oficio de la Sra. Juana Ramona Acosta de Gómez, esposa de José Antonio Gómez y madre de Joseíto Gómez. Celebraba con devoción y alegría, el día del Carmen, día de su cumpleaños y de su santo. Ese día, hacía chicha de arroz y dulce de lechosa con piña, para recibir a los músicos, que con Rafael Ramón Betancourt a la cabeza, le traían a su casa, en el barrio Chupadero una serenata. Los músicos, después que se metía la procesión a la iglesia, se presentaban, además de Rafael Ramón, Rafael Parra y José Bándes, y arrancaban con “Adiós a Ocumare” y finalizaban al amanecer con una canción que no recuerda su hija Margarita. En el mes de mayo, la negra Carmen, como la conocieron en la población, celebraba El Velorio de Cruz, que amanecía con la voces roncas de Nino Zamora, Luis Beltrán Ochoa y Marcelo Hernández, que aclaraban los dos últimos con aguardiente claro.
Rosa Loreto de Reverón, nació en Sabana Grande, parroquia de Altagracia de Orituco, estado Guárico, el 5 de mayo de 1920. Llegó a San Casimiro en 1946. Comenzó a trabajar como cocinera, cuando hacían la carretera y allí junto a sus hijos e hijas, en una casa de bahareque, en El Loro, les preparaba la comida a los peones, que entre chistes y sudores, ponían bonita la carretera que une a las poblaciones de Cúa-San Casimiro. Luego fue cocinera del primer comedor popular que existió en San Casimiro, ubicado en la calle Barrialito, actualmente calle Sucre. Después les cocinó a varios médicos, en el dispensario, situado donde está el ambulatorio. Allí les cocinó, al Dr. Curiel, primer director del dispensario y luego a los doctores Visconti, a Pompeo Arcella, quien la inició en la práctica de la enfermería y de la atención del parto, que la agigantaron como una brillante y famosa partera. Tantos son los hombres y mujeres de hoy que Rosa Loreto ayudó a venir a la vida, que son muchos los que la recuerdan con grato cariño. Al tiempo de estar conviviendo con Antonio Reverón, se casaron en Altagracia de Orituco. Después se vino a San Casimiro para luego retornar a Altagracia de Orituco, donde murió el 26 de agosto de 1967. Muchos fueron los esfuerzos de su hija Margarita, radicada en Cúa, para traer sus restos a San Casimiro, donde sus habitantes la recuerdan con amor y gratitud.
Otilia Machuca de Macero, nació en la población de Cúa, estado Miranda, el 8 de septiembre de 1929. Llegó a  San Casimiro a la edad de seis años, en 1935. Su primera maestra fue María Herminia Ramos, mujer de teatro, que impartía clases en la casa donde andando el tiempo, funcionaría la biblioteca pública Luis Roberto Casado, en la calle La Amargura, casa propiedad de la Sra. Graciela de Parra. Luego estudió con María Isabel Nieves de Borges, donde vive la familia Nieves en la calle Monagas. Después en el Francisco Isnardi con los maestros Luis Roberto Casado y  Martín Díaz en la casa donde habita la familia Castro Morales. En 1948, bajo el gobierno de Gallegos, perteneció a las actividades educativas de CIDEA; escuelas prácticas, donde fue demostradora del hogar y enseñó cocina, costura, arreglos para el hogar como hacer sillas y mejoramiento de viviendas. El 15 de marzo de 1951, contrajo matrimonio con Domingo Macero. Desde muy joven, se dedicó al oficio de la costura. Otilia agarraba ruedo, zurcía y confeccionaba  vestidos. Su casa, ubicada en la calle Monseñor Arias Blanco, se llenaba de infinidades de personas, que mandaban hacer el traje para la ocasión; en semana santa los trajes para pagar promesas al Nazareno, el 4 de marzo y 16 de julio, a la gente le gustaba estrenar y Otilia era la indicada para esos días. En diciembre eran cestas de cortes de telas para coser y la gente esperaba para estrenar, el mejor vestido hecho por las mágicas manos de Otilia. Muchos son los vestidos que guardan muchos escaparates y armarios que dan fe de la buena costura de Otilia.

                       (*) Cronista de San Casimiro, estado Aragua

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